La película The Artist se estrenó en el 2011, y ganó cinco premios Oscar ese mismo año, entre muchos otros reconocimientos.
No es del todo sorprendente que dentro de un mundo saturado de tecnocultura, una obra cinematográfica totalmente opuesta, y llevada a los orígenes del cine mudo y a blanco y negro, haya simbolizado la nostalgia por el pasado, sin descuidar los dispositivos narrativos y la complejidad de construir planos y compuestos sin el recurso del habla.
Esta obra dirigida por Michel Hazanavicius retoma el cine mudo, no da lugar a los prejuicios y toma como herramienta fundamental el audio y la música. Con la ayuda de Ludovic Bource, logra transmitir todas y cada una de las emociones de los personajes, pero da paso para la interpretación. Es importante resaltar la concordancia musical, los silencios y audios con una excelente selección de planos, que permiten ligar y contar la historia.
Si bien la historia carece de excesiva complejidad, la trama de ambos personajes que interpretan a los actores Peppy y Valentin engancha, de manera que sus penas, sus glorias, sus tristezas y anhelos procuran llevar a la máxima expresión del drama, incluso con un poco de humor. Escenas conmovedoras como en la que ella encuentra la última cinta después del intento de suicidio llevan una intensa carga de dramatismo y reflexión. Es evidente que resultó un gran reto para los actores que los interpretaron, ya que es fundamental el trabajo gestual y expresivo en sus rostros y sus cuerpos, justos merecedores de premios Jean Dujardin y Berenice Bejo. Otra interpretación para reconocer es la de Uggie, el perro, ya que es en gran parte la que atenúa el drama y da ese toque de humor.
Además, es importante resaltar el trabajo de vestuario y cada detalle. Por ejemplo, los vestidos y sombreros que ella utiliza, nostalgia de los años 20s, con estampados y brillos marcados, claramente por el blanco y negro. Así mismo, la escenografía y utilería aportan gran parte del contexto como son los estudios de grabación, camerinos y locaciones, transportan al espectador a otra época y dan una sensación verosímil.
Igualmente, es importante la decisión y tarea de Hazanavicius y su equipo de seleccionar "letreros" específicos para darle continuidad a la historia. Sin embargo, es posible plantearse la cuestión, si eran necesarios o no implementarlos durante todo el film o simplemente dejar los rastros de audio al final.

A grandes rasgos la composición de arte y fotografía en conjunto brindan un estímulo emocional desde la estética clásica, junto con el montaje ayuda a una adecuada recepción del público hacía al hecho de la llegada del sonido al cine como momento significativo en la historia del cine que es representado en la película.
La intensión de Hazanavicius está clara, un homenaje contundente a sus directores favoritos de cine mudo y a los orígenes de lo que hoy es Hollywood. Según Alfred Hickcock "las películas mudas son la forma más pura del cine" por esto, The Artist resulta una corriente de aire fresco que viene del pasado.